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La inflación es el aumento generalizado y sostenido del nivel de precios existentes en el mercado durante un período de tiempo. Normalmente el período usado para medir la inflación es de un año. Cuando el nivel general de precios aumenta, con cada unidad monetaria se adquieren menos bienes y servicios. Dicho de otra forma, la inflación refleja la disminución del poder adquisitivo del dinero: una inflación positiva del 4%, por ejemplo, significa que, con la misma cantidad de dinero, puedes comprar un 4% menos de cosas que el año anterior.

Una medida frecuente de la inflación son los índices de precios, que tratan de reflejar la inflación de diversos productos ponderando según el porcentaje de gasto que suponga cada tipo de producto en un ciudadano medio. El más conocido es el índice de precios al consumidor o IPC. Este índice, aunque es el más usado, presenta lagunas importantes. La más relevante, en mi opinión, es que algo tan básico como la vivienda no tiene su precio reflejado en el IPC.

Algunas de las principales causas para la inflación son las siguientes:

Ley de la oferta y la demanda

Esta es, como comentaba arriba, la principal razón para que exista la inflación, y la que explica el origen del concepto. Cuando hay mucha demanda y poca oferta de determinado producto, los precios de ese producto tienden a subir, y viceversa.

Inflación autoconstruida

Este tipo de inflación se da cuando se prevé un aumento fuerte de los precios en el futuro, de forma que voluntariamente se comienzan a subir los precios para que el aumento sea progresivo y no brusco.

Inflación por decisiones políticas

El ejemplo aquí es claro: si el gobierno de un país decide subir algún impuesto o inventar una nueva figura impositiva, y las empresas quieren mantener sus márgenes de beneficios, se verán obligadas a subir los precios. Quien acaba pagando esta decisión será el ciudadano. También ocurre esto cuando un gobierno decide imprimir más dinero: al haber más dinero en circulación, pero los mismos bienes y riqueza real que antes de imprimir esos billetes, el dinero pierde parte de su valor.

Inflación generada por expectativas de inflación

Esto ocurre, sobre todo, en países con tasas altas de inflación, donde es habitual que los empleados, ante la previsión del aumento de precios, pidan aumentos salariales, lo cual lleva a las empresas a subir los precios para poder pagar estos salarios, dando lugar a un círculo vicioso del que no es fácil salir.

Por otra parte, dependiendo de su magnitud, la inflación puede clasificarse en diferentes tipos:

Inflación moderada

Se trata de un crecimiento lento de los precios, con porcentajes normalmente comprendidos entre el 2% y el 5-6%. Cuando los precios son relativamente estables, las personas confían en estos precios y son más proclives a colocar su dinero en los bancos, ya sea en cuentas, depósitos, fondos de inversión…

La inflación positiva, aunque moderada, supone una disminución del poder adquisitivo de las personas. Sin embargo, normalmente una inflación moderada suele ir acompañada de un aumento de los salarios, por lo que es un escenario deseable. En este contexto, históricamente, ha sido como mejor ha se ha comportado la economía y la bolsa.

Este tipo de inflación, además, tiene otra ventaja: el alza en los precios ayuda a reducir el valor de las deudas contraídas tanto por ciudadanos, como por las empresas y los gobiernos. Esto es así ya que en el futuro la cantidad adeudada será la misma pero los precios y los salarios serán más altos, con lo cual costará menos pagar esas deudas.

Inflación galopante

Hablamos de una inflación anual de 2 ó 3 dígitos, con valores superiores al 20% y que en ocasiones pueden superar el 100%. En estos casos surgen grandes cambios económicos de forma repentina. Se dan casos en los que los salarios en los contratos se ligan al índice de precios correspondiente o incluso a otra moneda extranjera que no sufra la misma inflación.

En este escenario, además, dado que el dinero pierde su valor de forma rápida, la gente trata de no tener más de lo necesario para vivir.

Hiperinflación

Es una inflación anormal en la cual los precios aumentan por encima del 30%-40% mensual, dando lugar a valores anuales totalmente desorbitados y superiores al 2000% de inflación (lo que significa que al cabo de un año las cosas valen 20 veces más). Este tipo de inflación refleja un país en una severa crisis económica, y suele deberse a que los gobiernos imprimen billetes y crean dinero de la nada, o a la falta de mecanismos de control sobre los ingresos y egresos del Estado. Un ejemplo de esto se vivió en Alemania en el período de entreguerras, de 1922 a 1924, con anécdotas tan curiosas como que la gente hiciera fuego con los billetes, ya que comprar leña era más caro que quemar el dinero.

Deflación

Consiste en valores negativos de la inflación. Es decir, en un año, los precios no suben sino que bajan. Esto que a priori puede parecer positivo, no lo es, ya que la bajada de precios disminuye los beneficios de las empresas y estas tenderán también a reducir costes, aumentando el riesgo de un aumento del desempleo.

Además, para productos que no son de primera necesidad, es lógico que las personas esperen a adquirirlos, ya que prevén que en el futuro su dinero valdrá más. Esto conduce a una disminución del consumo que también perjudica a las empresas y, por tanto, a los empleados, que no son otros que los ciudadanos y cuyo riesgo de quedarse sin empleo aumenta.

Así, el escenario más deseable para la economía de un país es una inflación positiva pero moderada, con unos precios estables que no varíen significativamente de un año a otro.